Benvolio y Tibaldo aparecen en escena como auténticos
herederos de la discordia; el primero desea evitar la riña, el segundo atiza el
fuego para saciar la sed de venganza de su linaje. Los mucamos Capuleto se burlan
y provocan la furia de los Montesco. Los agraviados desenvainan para combatir, diciendo: “Si
sois hombre, sacad vuestros aceros…”. El enfrentamiento es
inevitable. De inmediato los filos silban en el aire procurando
cortar pellejos o carne.
En medio del combate el pueblo veronés clama por el fin de la pelea de las
dos familias, porque perturba la paz de la vieja ciudad, en un conflicto que
solo satisface a unos pocos. Claman los ciudadanos por el cese, están hastiados
y por eso buscan intervenir para acabar la raíz de la guerra social en Verona: “venid
con palos, con picas, con hachas. ¡Mueran Capuletos y Montescos!”
Esta
es la primera parte de la conocida obra de Shakespeare Romeo y Julieta. Es la
contextualización de un odio extendido que parece insalvable, pero en el que a
pesar de todo, logra florecer el más puro y desenfrenado amor juvenil. La escena
primera señala los extremos que puede alcanzar un bucle de violencia entre los seres humanos. El de Montesco y Capuleto había arropado
hasta a los menos interesados, por eso los ciudadanos querían combatir, pero
contra los turbadores de su tranquilidad.
Romeo y Julieta son muestra de que existe posibilidad de
redención a un odio que se ha extendido desde el núcleo familiar hacia el resto
de la sociedad, porque el amor puede atravesar luminoso las tinieblas.
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